Un final sorprendente. De los mitos grecorromanos, el autor nos conduce a la novela y el cine de anticipación, ahora de la mano del narrador Arthur C. Clarke y el genial director Stanley Kubrick. De la Odisea homérica a un clásico de la ciencia-ficción: 2001, una odisea en el espacio. De las aguas azules del Egeo al cielo infinito, donde la quijada fratricida sigue aún metamorfoseándose, rebasada la fecha que inicia el tercer milenio de nuestra era. Rafael Esteban Poullet ha emplazado la historia de su lecho debajo de un puente que él mismo ha tendido, desde el pilar de la antigua Grecia hasta el de las ensoñaciones contemporáneas: pasan los tiempos, pasan los hombres, pasan las modas, pero siguen los mitos y así, como en el circo, continúa la función. Por más que cambien los actores, el atrezzo y los gustos del público, somos hijos del mito y estamos condenados a seguir produciéndolos, porque sencillamente constituyen el fundamento de la poesía, de la misma manera que ésta constituye el de la creación. Todo en fin se repite, es verdad, pero todo cambia, mientras el lecho pródigo vuela por el espacio, llevándose las sombras de los sueños del hombre a donde corresponde: acaso a la caverna de Platón, que ilumina Epicuro.
© Dolors Alberola
Jerez, 30.09.08.-